miércoles, 3 de diciembre de 2008

MARGARITA SALAS

Margarita Salas, bióloga molecular y académica de la lengua ,


Una mujer de más de 60 años reconocida mundialmente como investigadora científica es toda una rareza en nuestro país, un fruto extraordinario de la difícil época que le tocó vivir.
Margarita, estudió la carrera de químicas y su compañero de tesis, Eladio Viñuela, se convirtió en su esposo. Siendo ambos doctores, iniciaron juntos la carrera científica, pero Severo Ochoa, su maestro, les separó profesionalmente. Es ya célebre la medida, cargada de intenciones, adoptada por Ochoa al recibir al matrimonio en Nueva York: "Estaréis en distintos grupos de trabajo. Si no aprendéis otra cosa, al menos hablaréis inglés".
A su regreso, continuaron trabajando por separado: en la España de la época, investigar junto a su marido hubiera supuesto verse abocada a ser "la mujer de...".
Es una persona sencilla, muy trabajadora y a la que gusta hacer las cosas bien. Estas tres cualidades, unidas al apoyo incondicional de mi marido y a las enseñanzas iniciales de Severo Ochoa, le sirvieron para aprender y, con gran esfuerzo, logró desarrollar su carrera.Investiga el descubrimiento del genoma humano y cree que tenemos muchas posibilidades de determinar el origen, las causas, de las enfermedades relacionadas con la genética.
Opina Salas que las empresas farmacéuticas invierten mucho dinero y tiempo en investigación. La duda aparece cuando se producen desigualdades, y no avances cualitativos. Los fármacos contra el Sida no llegan a África y en este continente el virus está matando a la mitad de la población. Los países desarrollados deberían concienciarse y adoptar medidas para que estos medicamentos esenciales fueran asequibles para la población de los países pobres que los necesitan con tanta urgencia. Hay que invertir más en investigación. Un país sin investigación es un país sin desarrollo y que cuando un doctorando o un alumno, sea hombre o mujer, solicita desarrollar su tesis doctoral en el laboratorio, le enfrento a la seria reflexión de si está dispuesto o dispuesta a dedicarse al 100% a esto; si no es así, no vale la pena que lo intente. La investigación científica es demasiado sacrificada.

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